Cada vez más, el famoseo ocupa lugares destacados, habitualmente sustituyendo los valores músicales propiamente dichos. Personajes como Eminem alcanzan éxitos masivos simbolizando el peso abusivo de la industria, las radio y tv fórmulas, a veces incluso enmascarando o anulando los posibles méritos de los favorecidos por esta forma de entender el pop. Los vídeo-clips al poder forman parte de esta ceremonia, uno de cuyos daños colaterales es reducir otras músicas pop, menos simplonas, a una especie de segunda división comercial, solo accesible a quienes buscan a través de circuitos no mayoritarios. Música independiente, emisoras o emisiones dedicadas a ello, salas de concierto y circuitos específicos,… permiten la supervivencia de otras música que, milagrosamente, en determinados momentos, consiguen superar obstáculos y alcanzar repercusiones medias o incluso importantes. No es el caso de Eminem al margen de sus valores que no se debe menospreciar.